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domingo, 23 de noviembre de 2014

Borro para la Corona




“Quinientos sesenta y tres años antes que Néstor Kirchner, Itzcoatl –el primer rey de México, cuarto tlatoani de los mexicas– mandó destruir todos los anales y códices para que, desde su reinado, empezara a contarse la historia de su pueblo. Itzcoatl también llevó adelante la reforma religiosa mexica, y obligó a los suyos a adoptar una nueva teogonía, acorde con sus conquistas militares: así nació la toltequidad (…) La de Itzcoatl es la primera historia registrada en la que un rey decide reinventarse un pasado a su medida, y aparece mencionada en “Los abusos de la memoria”, un breve pero brillante trabajo sobre el tema de Tzvetan Todorov, lingüista, filósofo e historiador búlgaro de nacionalidad francesa, ganador del premio Príncipe de Asturias 2008” (tomado del capítulo “Edificando el pasado”, del libro “10 K, la década robada”, del autor de esta nota)

La reinvención del pasado está inscripta en el ADN del kirchnerismo: la juventud maravillosa del setenta, la lucha inmobiliaria contra la dictadura, la democracia degradada por el populismo. Esa historia de la no historia tuvo hitos significativos: la reescritura del prólogo del libro “Nunca Más”, el pasado de lucha universitaria y política de Néstor y Cristina, la sacralización de Néstor desde la Bic hasta el mausoleo en Río Gallegos, la celebración del vigésimo quinto aniversario de la creación de Página 12 en la que yo mismo fui desaparecido.

–Ustedes estaban construyendo Página 12 en mayo del 87, y nosotros estábamos construyendo la campaña para la intendencia de Río Gallegos -dijo entonces la presidenta, que allí explicó lo que es el periodismo, según ella: “Voy a hablar de periodismo –dijo–, que es, en definitiva, tener información teórica para poder interpretar a través del pensamiento abstracto la realidad. Y que no te la cuente nadie, y darle esa versión, esa interpretación, al conjunto de la sociedad”. La interpretación abstracta y teórica dada entonces por el gobierno fue que yo, simplemente, nunca había existido, aunque desde el 28 de mayo de 1987 hasta 1996 todos los ejemplares del diario llevaran mi nombre en la contratapa: 3.285 ejemplares borrados de un plumazo oficial. En estos días, en Moscú, el Museo del Gulag expone, en la muestra “El comisario desaparece”, 150 imágenes manipuladas por el estalinismo; las imágenes fueron recogidas por el artista británico David King, quien decidió crear la colección cuando, en 1970, en un viaje a la Unión Soviética, intentó encontrar fotos de León Trotski. La orden de borrar mi nombre de las páginas del diario no comenzó con el kirchnerismo, se hizo una costumbre desde 1996 en adelante, hasta que desaparecí por completo. Por eso esta semana, cuando la twittera @yotengolaverdad, más conocida como La Pajarita Peponista, viralizó una borrada masiva de notas de Horacio Verbitsky, la noticia no me sorprendió. La Pajarita..., en verdad, reproducía algo que había descubierto en marzo otro twittero, @javiersmaldone. Los periodistas de Página 12 confirmaron a Clarín que las notas se borraron por pedido del propio Verbitsky, pero nadie termina de creer en los motivos que esgrimió. El 18 de noviembre, bajo el título “Fui yo”, el ministro sin cartera del kirchnerismo dijo que lo hizo “porque no quería darle la información premasticada a la nube de periodistas europeos que cayeron sobre Buenos Aires para preparar instant books sobre el personaje, ya que sigo investigando el tema y no me gusta regalar mi trabajo”. Como durante casi diez años ordené que le pagaran el sueldo, me consta que Verbitsky no regala su trabajo, pero eso no es lo importante. Lo curioso es el motivo: borrarlas ahora, como si sólo pudieran acceder a ese material desde Buenos Aires, como si no existiera la memoria cache en los buscadores o si no pudieran (los periodistas ávidos de la nube) entrar a buscar los artículos en www.archive.org. Las notas que Verbitsky borró son “El almirante y el Cardenal”, “Operación Cónclave”, “Mentiras y calumnias”, “Una persona ávida de poder”, “No sabe no contesta”, “Baseotto no está solo” y “Papabilidades”. Si se ingresa en estos días a la web de Página 12 buscándolas, se toparán con dibujos de Daniel Paz.

La reacción del Gobierno apenas elegido el papa Francisco, y en los tres días posteriores, fue patética: tweets borrados y resguardo del derecho al olvido periodístico que pedía Verbitsky. Agustina Kampfer, Daniel Tognetti, Sergio Ranieri e Ivan Schargrodsky fueron algunos de los que borraron sus tweets, en los que linkeaban a las notas del ministro sin cartera. Otros twitteros K pasaron de la condena al elogio a Bergoglio: Luis D’Elia, Dante Palma, Cynthia García, Juan Cabandié, María José Lubertino, Florencia Saintout, Gerardo Ferreyra, Javier Romero y Alex Freyre.

El 12 de julio de 2010, Tognetti escribía en su Twitter “Abusar de menores, apoyar a la dictadura y a Cristian Von Wernich está en el Plan de Dios según Jorge Bergoglio”. “Te vas a pudrir en la cárcel, Bergoglio”, twitteo Schargrodsky.

“¿Cuánto tiempo tardará la Iglesia Católica en pedir perdón por haber elegido a Bergoglio Papa?”, profetizó Cynthia García el 13 de marzo. Dos días después, el 15, García recapacitó: “Francisco es austero y táctico, cercano a la realidad y adherente a la doctrina social de la Iglesia, ojalá logre un buen papado”.

¿Se arrepintió? ¿Cree que puede manipular la memoria colectiva? ¿Pensará que lo que se borra no existió? Es difícil decirlo; lo cierto es que, para vivir una segunda adolescencia Verbitsky ya está grande: tiene 72 años.

Investigación: JL/María Eugenia Duffard / Marcela Pagano.
Por Jorge Lanata o Larata como más prefieras… 


domingo, 3 de noviembre de 2013

SABBATELLA, entre la impunidad y las mentiras


El próximo 10 de diciembre Martín Sabbatella podría quedarse sin trabajo. Ese día se renuevan las autoridades de la AFSCA, y su cargo y el de un director deben ser designados por Cristina Kirchner. El resto se elige por audiencias públicas. Nadie podría decir que está en su mente salir a buscar empleo: el titular de la AFSCA gastó en remodelar su oficina 136.480 pesos y hasta pidió un lustrador de zapatos para tener en su despacho; pagó 429.000 pesos por el alquiler de cuatro maquinas de café (aunque en este caso el elevado costo no garantizó la calidad: una delegada de ATE firmó hace poco una nota de queja por la mala calidad de la bebida en su oficina). También remodeló los ascensores ($ 394.682,2) y aprobó gastos de 125.850 por mes en seguridad.
Desde que entró a la AFSCA, Sabbatella nombró a 130 personas en planta permanente categoría B, con salarios que van desde 11.000 a 23.000 pesos, y nombró nuevos directores dejando vacantes las áreas técnicas y relegando a los funcionarios de carrera. A los 130 nuevos empleados se les obliga a pagar el impuesto revolucionario del 8%, en concepto de “aporte” al partido Nuevo Encuentro, Sabatella Trademark.
Algunos de sus colaboradores más cercanos han tenido, por así decirlo, una trayectoria un tanto errática: el director del área de adjudicaciones, Gabriel Sotille, es, al mismo tiempo, propietario de una productora de contenidos, Tres Clavos, lo que lo ubica a ambos lados del mostrador: las licencias que autorice son las de sus futuros contratistas. Ana Vialle, otra directora, tiene una denuncia ante la Fiscalía de Investigaciones Administrativas y la OA por incompatibilidad de empleos: es, al mismo tiempo, directora jurídica de la AFSCA y empleada del Ministerio de Justicia.
Fueron creadas 36 coordinaciones regionales en las que cada director cobra unos 30.000 pesos y es el responsable del control técnico y jurídico de las señales en su región, y se nombraron bomberos y albañiles que hoy no reportan ninguna actividad.
Hay, en el Paraíso Sabbatella, cuatro denuncias de empleados por violencia laboral y varias quejas formales por desplazamiento físico del personal: se armaron oficinas para sabbatellistas y a los trabajadores de carrera se los amontonó en los distintos pisos en condiciones que no superarían la inspección de una ART. Si les interesa visitarlo, encontrarán a esos laburantes hacinados en el frente del tercer piso, el contrafrente del séptimo, el frente del octavo y el contrafrente del noveno. Entre los amontonados circuló hace poco una carta curiosa: era la queja de un intendente al que se le adjudicó una radio en la frecuencia de FM 87.9 cuando el dial arranca en el 88.1.
¿Habrán visto alguna vez un dial?
El jueves a la tarde Sabbatella era entrevistado por María O’Donnell en Radio Continental: mentía con total descaro frente a la periodista y ésta comenzó a cruzarlo con datos concretos: “La publicidad oficial se reparte de manera equitativa”, decía Sabatella.
“No me puede decir eso, el ochenta por ciento de la pauta se la lleva el Grupo Spolsky, Página 12, Vila-Manzano y Gvirtz”, terció María, autora de un libro sobre, precisamente, el reparto de la pauta.
“Esa es su opinión”, le contestó.
Con cinismo, Sabbatella daba en el clavo de la discusión:“Opiniones”. Las matemáticas, la estadística, los hechos concretos son reducidos a la categoría de opiniones.
“Hay pautas claras de cuáles son los criterios para la distribución de publicidad”, decía Sabbatella.
“Y ya que hay pautas, ¿por qué no hay una ley que las aclare?”, le preguntaron.
Sabbatella, silencio de radio.
Con la misma impunidad discursiva, el titular de la AFSCA afirmaba que la ley de medios se está cumpliendo y sin ninguna parcialidad. Vale la pena revisar ese argumento: En Capital, salvo El Trece, todos los canales de TV abierta están bajo control directo o indirecto del Gobierno. La administración K fue comprando todos los medios: Canal 9 cambió de manos cuando lo vendió Hadad, en 2007, a González; Telefe se alineó por estar flojo de papeles; América tuvo su interna con Francisco de Narváez y terminó tomando el control el gobierno con Vila y Manzano; C5N fue vendido por Hadad a Cristóbal López; Crónica TV de Héctor Ricardo García le firmó un contrato de management a la gente de la UOM, y CN23 es de Spolsky-Garfunkel. Vamos caso por caso: –Telefe. El titular de la licencia es de capital español, algo que está prohibido. Y a la vez está expresamente prohibido que el prestador de un servicio público –Telefónica– sea a la vez dueño de un canal. El Grupo Telefónica tiene Telefe y otros ocho canales de TV abierta en todo el país. Algo de eso podría explicar la presencia de Aníbal Fernández como columnista en su pantalla.
–CANAL 9. Su dueño es González  González, de capital mexicano, algo prohibido como extranjero. Permite a TVR, Duro de Domar y hasta presenta un programa de Jorge Coscia, el secretario de Cultura.
–Grupo Moneta. Tenía una medida cautelar como la de Clarín que se revirtió hace tres meses, permitiéndole presentar un plan de adecuación, algo que a Clarín se le niega. Tienen radio Metro, Rock and Pop, Blue, Radio 9 y Splendid.
–C5N. Hadad vendió todas sus radios y C5N a Cristóbal López y se lo hizo pasar como adecuación a la ley de medios. La ley prohíbe la transferencia de medios.
–Grupo Vila-Manzano. Presentaron un plan de adecuación el año pasado, pero aún no fue tratado en el directorio. En el plan el grupo propone dividírselo entre los socios y familiares: hasta Barbarita Vila va a tener su parte.
CN23, C5N y 360TV funcionan sin licencia bajo la excusa de que son servicios experimentales; ya llevan varios años experimentando.
“Claro que hay pluralismo en la televisión pública”, le dijo, sin tentarse de risa, Sabbatella a María O’Donnell.
Después se aflojó la corbata y se puso a mirar 678.
Investigación: JL/ María Eugenia Duffard/Amelia Cole/

© JORGE LANATA –PERIODISTA

miércoles, 17 de abril de 2013

Lázaro Báez: silencios e hipocresías



Al igual que sucedió en la década de los noventa, NOTICIAS abrió el camino de las investigaciones que luego fueron clave. El rol de los medios afines.


Imagínense cómo se sentiría Lanata si después del espectacular y revelador programa que hizo sobre la ruta negra del dinero K, por toda repercusión hubiera obtenido sólo silencio.

Algo parecido fue lo que sentimos en la redacción de NOTICIAS hace más de seis años, después de publicar la tapa “El Testaferro de Kirchner”, cuyo protagonista era el mismo Lázaro Báez que fue eje del ciclo de Canal 13. No era un sentimiento nuevo: era lo mismo que pasaba desde 2003. Lo mismo que nos pasaba con cada gobierno.

La llegada del kirchnerismo trajo esperanzas en una sociedad que soñaba con una administración transparente que ordenara la economía maltrecha, pero además trajo millones de pesos que comenzaron a llover sobre la mayoría de los medios en forma de publicidad oficial junto con la promesa de buenos negocios.

Resultaron motivos suficientes para que casi todos ignoraran o minimizaran las denuncias que hacían algunos pocos, entre ellos NOTICIAS, el diario Perfil o el propio Jorge Lanata. Por eso, nombres como Báez, Cristóbal López o Rudy Ulloa eran casi desconocidos para los argentinos.

Hasta los políticos opositores miraban para otro lado. Una solitaria Lilita Carrió tomó aquella tapa de la revista más otras investigaciones ya publicadas en esas páginas sobre el socio de Kirchner y las presentó en la Justicia. Es esa causa que ahora podría, al fin, servir para algo. Fueron años en los que teníamos la terrible sensación de estar inmersos en una ficción orwelliana. Parecíamos cronistas de una galaxia distinta, mientras que el resto de la prensa informaba sobre lo que sucedía en un país normal y correcto, que sólo nuestra locura galopante nos impedía reconocer.

Así, donde algunos veían enriquecimientos sospechosos, paraísos fiscales para fondos de Santa Cruz o falsas épicas kirchneristas; otros descubrían transparencia y virtud.

En marzo de 2005 editorial Perfil le contó sobre esos dilemas a la delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa, que llegó al país advertida de las presiones que sufrían algunos periodistas y la discriminación con la publicidad oficial con la que se cooptaban medios. De forma tristemente similar a lo sucedido con la visita que había hecho la SIP durante la dictadura, también entonces muchos periodistas y empresarios mediáticos evitaron la cita o desmintieron que esos aprietes existieran.

Antes de partir, la SIP dejó un comunicado muy crítico hacia el Gobierno y hacia los medios que respondían con “excesiva prudencia o bien con debilidad frente al autoritarismo” oficial.

Cuando en febrero de 2007 NOTICIAS publicó en su tapa la foto en la que Lázaro Báez y el entonces Presidente hablaban como si nadie los viera y tituló “El Testaferro”, todos los ejemplares enviados a Río Gallegos y Río Turbio desaparecieron en el acto de los kioscos. Habían sido retirados de circulación por desconocidos a poco de que la edición llegara a la provincia. El hecho sólo fue registrado por un cronista del diario La Nación y la única indignación corrió por cuenta de FOPEA.

Pero eso pasaba en la Argentina cuando todo era silencio y nadie sentía demasiada necesidad de pelearse con quien manejaba la abultada caja estatal, contaba con las simpatías de la mayoría y era, en definitiva, un buen socio y amigo. Ahora, por suerte, una investigación excepcional como la de Periodismo Para Todos tiene la repercusión que se merece, al menos en los medios que no viven directamente del Estado (sería demasiado pedirle a los que sí lo hacen que se hagan eco de denuncias que pondrían en riesgo su propia existencia).

Ojalá siempre fuera así y que la información no sea una mercancía que se usa o deja de usar según las conveniencias políticas y económicas de medios y gobiernos.

Que es la historia trágica y farsesca que, hasta ahora, se empecina en repetirse una y otra vez.

Publico: http://noticias.perfil.com/2013-04-16-27289-lazaro-baez-silencios-e-hipocresias/